sitios de vida

relatos y recuerdos van tomados de la mano

Wednesday, October 10, 2007

premio


Gracias por esta amabilidad extrema Nelly

Saturday, October 06, 2007

Vida


Vida

En la nebulosa del tiempo, ya no se si estos son sueños o recuerdos. De lo que si estoy segura es que los reformo a mi gusto para evitar dolores, duros desenlaces, agrias estampas que to-dos tenemos ocultas en un área del cerebro.
Escondo los años y con picardía, también los males tan temidos que acosan a los ancianos.
Escribir es un buen escape protector para aligerar el laberinto de recuerdos y ordenarlos a mi agrado.
De niña, alegre y saltarina, fui revolviendo hojas y leyendas y algunas fotos que circulaban por la casa, escuchando a media voz comentarios que no salían de la vetusta casona.
Así supe que yo era producto de un amor clandestino, entre la niña y el cartero. ¡Fíjate vos! en esta familia copetuda con apellidos cacofónicos a la usanza del Buenos Aires de antaño.
Por eso nací en un pueblito provinciano donde pasó mi madre sus últimos meses de gestación.
Oculta en un domicilio rentado a una vieja comadrona quien asistió el parto, mi nacimiento.
Dolores y gritos se acallaron tras los muros. De allí salimos encerradas en un auto para llegar de noche a Córdoba, nuevo destino de mí ser, en donde seguiríamos ocultando mi origen.
Sin embargo mi vida fue generosa, me llenaron de regalos y mi madre me hizo depositaria de su grandísimo amor uniendo el que tuvo por mi padre y por mí...
El cumplir años era un doble llanto de felicidad y tristeza. Algún comentario en voz baja amplia-ba mi sabiduría
Siempre recordaré la forma sutil por medio de la cual me enteraba del amor que unió a esa pareja, la tristezas que desgarraron sus almas al ser rechazado el joven amante por su bajo estrato social, y las difíciles estrategias urdidas para encontrarse y disfrutar de esa maravillosa relación, actitud que se intensificó cuando anuncié mi aparición.
Realmente mi vida y el romance de mi madre fueron en esa época, una hermosa novela dentro de una triste realidad.
Pasaron los años y vivíamos juntas, sin sacar la conversación sobre las ocultas imágenes que ambas sabíamos y temíamos.
Siendo ya adolescente, una mañana soleada caminaba a orillas de un rumoroso río serrano, cuando de repente descubrí flotando en sus aguas cristalinas un cuerpo amarrado a una mo-chila campestre.
Sentimientos extraños invadieron mi mente, curiosidad, miedo, intriga, dolor. En mi desespera-ción fui corriendo por la orilla a su lado, hasta acercarme a un lugar muy particular. Allí debido a rocas inmensas, se armaba un angosto cajón que me permitiría salvar ese cuerpo flotante. Afortunadamente había en el lugar un joven pescador ocasional quien me ayudo a sacarlo de las agresivas aguas.
Yo sentí una extraña sensación .Una inmensa tristeza se apoderó de mi cuerpo al ver el rostro del cadáver rescatado. Me asusté.
¿Por qué? ¿Qué me pasó?
Ese rostro sin vida tenía algo que hizo remover mis entrañas.
Mi cabeza fue ocupada por una nube gris y perdí el conocimiento.
Al despertar, el joven pescador nervioso y angustiado me tenía en sus brazos, tratando de que volviera en mí.
Habían pasado varias horas cuando con la ayuda de unos turistas, que ocasionalmente pasa-ron por el lugar, se pudo avisar a la policía del suceso ocurrido.
Mi madre, al ver que yo no regresaba a mi casa, había recorrido el pueblo disimuladamente averiguando si había sido encontrada en algún lado. De esa forma se enteró del suceso y se dirigió al lugar. Recorrió una buena parte de la zona serrana y al llegar al río, observó a lo lejos un grupo de gente.
. Primero se arrimó al conjunto de personas y policías, al mirar me vio a un costado, se acercó a mí me abrazo y lloró junto a mi. Luego le preguntó al pescador cual había sido el problema. Luego cuando lentamente se arrimó al hombre muerto su rostro se transformó en una imagen de cera. Sus colores desaparecieron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Me llamó enormemente la atención el estado de mi madre. Corrí a su lado preguntándole que le estaba sucediendo y ella lentamente me susurro “Este cuerpo es el de tu padre”
Yo no supe que responderle, pero en mi interior una pequeña luz aclaró mi mente y pensé que si bien, la forma de saberlo no era agradable, encontraría una respuesta .
Pasado el tiempo, mamá me dijo que mi padre pasaba varias veces al año por ese pueblo y nos contemplaba sin osar a presentarse alguna vez.
Mientras, también debo contar que mi amistad con el joven pescador a raíz de este hecho se hizo intensa estableciendo un amor total entre ambos, sin los rebusques sociales del Buenos Aires antiguo