sitios de vida

relatos y recuerdos van tomados de la mano

Saturday, May 20, 2006

Ausencia






Angustiada, traspuso el umbral del largo zaguán orillado de coronas.
El denso perfume aumentó la sensación de mareo que la acompañaba desde el alba. Rostros borrosos se alineaban ante sus ojos ¿Quiénes eran? ¿De donde surgía ahora tanta concurrencia?...
Hasta la muerte de Coco siempre se manejaron solos, en las sombras, en la clandestinidad.
Perdieron los amigos, se silenció el teléfono, hablaban a medias y con lenguaje telegráfico.
¿Y ahora que?. ¿Quiénes eran esas puntillosas que ocupaban las sillas junto al féretro? ¿A qué se debían esas caras de falso pesar? Aparecieron de la nada, esa misma nada que los rodeó cuando intentaron enderezar en su entorno algunas conductas infames. Una nada que no pudo cambiar los motivos, las ideas, los ideales...
Por fin para Coco su cruz y calvario habían terminado. Fue en una celda sombría que ceso su vida, bajo el machete de un carcelero sin escrúpulos, ¡obediente el muy desgraciado!..

Deslizándose a través de la luz mortecina de las velas, Lucía ató en la manija del cajón, una cinta rosada para que “él” viera, desde lo alto, el color que correspondía a ese bebé lloroso que dormía bajo la glorieta del conventillo que los alojaba y quien no vería nunca el rostro de quien le dio la vida.
Luego, con un café y una ginebra ahogaría el llanto reprimido por tantos años de terror.

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