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relatos y recuerdos van tomados de la mano

Wednesday, August 09, 2006

Relato Patagonico


El secuestro


Enrique baja lentamente en su computadora portátil, la última edición porteña del diario Crónica del 9 de septiembre, recostado en un amplio sillón de ratán en la fresca galería de su casa tropical de Isla Margarita.
De pronto ¡OH sorpresa! Sus ojos dilatados ven la fotografía de su tío abuelo don José María Soria y Medrano, viejo terrateniente patagónico, del cual es sobrino predilecto, pero, a quien por cuestiones laborales, hace más de seis años que no ve.
Así se entera de que en la madrugada del día anterior, el estanciero había sido secuestrado, en el casco de su estancia “Leleque”, en Chubut. La noticia es escueta y no aclara detalles.
Enrique salta del sillón y arrebata el celular de la mesa ratona en la que también descansa un vaso vacío del autóctono daiquiri que acababa de beber. Con dedos nerviosos marca los números de la residencia de su tío El continuo sonar del teléfono denota la ausencia de habitantes en la casona. Entonces Enrique, cada vez más inquieto, se aproxima al escritorio y en una agenda telefónica, busca afanoso la dirección de su hermana Noelia que vive en la Capital.
- Noelia?- Habla Enrique, como estas. ?
-Me preocupa una noticia que leí en el diario... ¿sabes algo del tío?-
- Mira hermano, sólo se lo visto en el periódico... nos tomo de sorpresa igual que a ti -
Después de esta charla Enrique entra en la duda, sobre el acercamiento de su familia con el tío y decidido solicita telefónicamente pasajes para Buenos Aires en forma inmediata.
En una horas más parte preocupado hacia su país de origen.
El vuelo fue riesgoso, por ser esta una época de huracanes, pero Enrique no se dio cuenta de la fecha, su mente estaba en los campos de la Patagonia.
Al llegar a Ezeiza lo esperaba su hermana muy apesadumbrada
Noelia no podía aclararle mucho el panorama pues desconocía los pormenores. Le comenta que su esposo Martín estaba recabando detalles en la agencia de noticias que fuera la primera en hablar del secuestro.
–Mira Enrique al llegar a casa veremos si Martín ha podido resolver algo
Desde el aeropuerto Enrique vuelve a insistir en la comunicación con la estancia y en esta oportunidad es atendido por el capataz Don Jeremías quien en compañía de su esposa, cuidaban desde hacía años a su querido tío Pepe.

¿Don Jeremías? Habla Enrique, estoy en Buenos Aires... quisiera que me aclare algo sobre lo sucedido a mi tío, ¿podría ser?
-Mire Don Enrique ambos fuimos maniatados y encerrados en un baño contiguo al dormitorio de Pepe mientras se efectuaban los movimientos del secuestro-.
Además le indican a Enrique que días antes de la acción, tuvieron la imprevista visita de tres desconocidos que en una moderna 4x4 pasaron dos horas recorriendo y husmeando los alrededores de la estancia. Jeremías desconfió mucho de ésta gente, pero como el patrón los recibió, él no pudo hacer otra cosa.
Emma la fiel criada y esposa de Jeremías, escucha el relato de su marido temblando ante el recuerdo de la situación vivida. Ella estaba segura de que esa gente algo tenía que ver con todo este embrollo, pues observó que estas personas no hablaban mirando a los ojos y según su experiencia de criolla de campo, decía que la gente que así lo hacía mentía.
Terminada la conversación telefónica, ambos hermanos comentan los datos expresados por Jeremías y cavilaban sobre esas extrañas presencias.
-¿Cuáles serán los motivos de esta acción?
-¿Noelia tienes alguna idea?
-¿vamos para tu casa a planear que haremos?
Al llegar a la casa se encuentran con Martín, quien escucha atentamente los relatos y afirma muy seguro la probable autoría del hecho de los visitantes.
Seguro que fueron esos desconocidos!-.
Esta actitud llama la atención de Enrique
Trata de apartar a su hermana, para hacerle preguntas acerca de las actividades de Martín, sus tareas, amistades etc.
Todas estas dudas hacen que Enrique tome dos decisiones importantes, una la de comunicarse con la Policía Federal que ya a estas horas deberían tener algún dato y la otra, quizás la más importante, es un viaje inminente a Leleque.
Noelia, por su parte, se pone a disposición de su hermano y resuelve ser su acompañante en todos los trámites a desarrollar en Bs. As. y Chubut.
Ya en la Policía Federal solicitan hablar con algún superior que pudiera tener ingerencia en este delicado asunto.
-Le comunicaremos con la autoridad competente-... El comisario Ventura. Esperen por favor......afirma el policía que los atiende
El comisario Ventura, un criollazo barrigón fue la persona entrevistada quien esperaba a los descendientes del estanciero, sentado plácidamente en su pomposo sillón.
Ante las preguntas su mirada se dirigió directamente a Enrique, preguntándole si él tenía alguna sospecha y ante la negativa de éste, les pidió que esperaran unos días para cerciorarse él mismo de quienes intervenían en el caso en la provincia.
-¿Señor Enrique, Cuál es su relación con su tío?¿Por qué viajó de inmediato?¿Cuestiones de afecto o intereses? Y sonrió capciosamente......
El comisario dio a entender que los primeros sospechados serían los herederos y miró fijamente a los hermanos con ojos desconfiados.
La inquietud se apoderó de Noelia pensando que no era precisamente Enrique el maliciado, ya que él recién había ingresado al país.
Después de esta entrevista tan poco efectiva y dilatante, Enrique estaba mas dispuesto a viajar, mientras, desde el departamento de Noelia hizo una llamada a su amigo, el Dr. Anchilli, para preguntarle si podía hacerse cargo de la investigación y viajar junto con ellos a la Patagonia
-¿Eduardo? Mira te necesito para una investigación privada. ¿estas dispuesto?
Este abogado era su compañero de andanzas de juventud y le era decididamente fiel en el afecto y el deber profesional.
Eduardo Anchilli preguntó a Enrique si sabía las aventuras de su tío, su color político, sus relaciones y sus contactos con Buenos Aires. Indicándole a Enrique que el secuestro era una modalidad desgraciadamente muy difundida en la capital.
Mientras tanto Martín, el esposo de Noelia, les preguntaba detalles de la investigación ofreciéndose también a colaborar por sus propios medios y poner a disposición de su cuñado algunas amistades influyentes.
Todo esto generaba en Enrique una angustia y una intriga que iban en aumento.
-¿Cuáles habrían sido los motivos del secuestro?-
-¿A que se debió?-¿Estaría su tío metido en algún lío de dinero, tierras o mujeres?...
-¿Quiénes serían los autores del hecho?-
Viendo que en la Federal los acontecimientos iban a paso lento decidieron viajar a la estancia, previo aviso al comisario a cargo del asunto.
Presurosos se dirigieron a Aeroparque para abordar un avión rentado que los acercaría al aeropuerto mas próximo. Enrique no escatimaba gastos si se trataba de la vida de su tío favorito.
Durante el vuelo no hubo mas que dos o tres palabras cruzadas entre los hermanos ya que sus mentes estaban pensando en la estrategia a desarrollar una vez llegados al lugar de los hechos.
Enrique –¿Noelia conoces a alguien de la estancia?-
-¿Hace mucho que no tenías noticias del tío Pepe?-
-¿Eduardo como encararemos este asunto?
Así fue transcurriendo el vuelo.
En el aeropuerto los esperaba una camioneta de la Estancia que los acercaría hasta el casco mismo en donde se realizó el secuestro.
El chofer, un lugareño descendiente de indios de la zona, conocedor del terreno y del episodio, cargaba el equipaje.
Mientras tanto daba vueltas alrededor de los visitantes. Se lo notaba algo nervioso, hasta que por fin le pidió hablar en privado a Enrique
-Patroncito, yo necesito hablarle- le dijo al pasar.
Este le concedió la entrevista en cuanto llegaron y después de haberse acomodado ayudados por Jeremías y Emma que se pusieron a su disposición.
Rume, que así se llamaba el peón que pidiera de hablar con Enrique, le comentó
-Se corre la voz entre la peonada que el secuestro de don José se debe a motivos políticos, especialmente sobre dominios de tierras y que ellos piensan que deberían orientar la búsqueda entre los terratenientes de los alrededores-
Asombrado Enrique le pidió algunos detalles.
-¿Sabes quienes eran?-
Rume, quien no era de mucho hablar, se refirió a varias reuniones que se habían realizado en la estancia entre patrones y encargados y le indicó el nombre de tres estancias aledañas, “Rehuen”, “Las Lichondras” y”Rincón de Ocoa”,Tres vecinos importantes que rodeaban “Leleque”..En dichas reuniones, dijo Rume, se tocó el tema de la pertenencia de las tierras de los indios y sus familias que eran descendientes de los primitivos habitantes que ya estaban allí cuando el tío Pepe comprara la hacienda.
En consecuencia Enrique pensó que debía informar y pedir ayuda a la policía local.
Entonces se lanzó a la pesquisa de las acciones de los vecinos enumerados.
Mientras tanto la peonada se ponía a disposición del sobrino del patrón reconociéndolo como seguidor de la obra de Don José.
Enrique pudo descubrir que su querido tío era el único de los estancieros que reconocía el dominio de algunas zonas indígenas que estaban en discusión y que los terratenientes querían para agrandar sus territorios.
Don José era un romántico de las pampas y amigo de sus habitantes primitivos. , Dentro de sus campos todo los peones tenían sus predios y sus familias y vivían en armonía aún siendo descendientes directos de distintos Caciques de la zona.
En los últimos tiempos, un caudillo político había aceptado el soborno de los estancieros y trataba de correr de mil maneras a los indígenas hacia los campos de la cordillera, para que esas hectáreas se las repartieran los otros hacendados.
El único escollo que encontraban era la presencia del tío Pepe y su poderoso entorno que defendía los derechos de las tribus. Era fácil entonces pensar que con la desaparición del tío Pepe, se acabarían los problemas y se podrían repartir las tierras sin importarle a donde iban a parar sus habitantes.
El rédito político del caudillo era asegurarse la candidatura para las próximas elecciones y obtener además un buen fajo de billetes
Con estos datos Enrique se presentó ante el comisario de la zona y juntos tramaron la estrategia del descubrimiento. El comisario era una persona bien intencionada y a pesar de las malas influencias, quería mucho al territorio que lo vio nacer.
La Idea del comisario fue la siguiente:
-Sabe don Enrique, recorreremos las tres estancias rivales, en calidad de buenos vecinos, así sondearemos las ideas y acciones de los mismos y la calidad de las relaciones.
-¿Le parece?-
-Estoy de acuerdo, dijo Enrique.-y se apresuraron a alistar la partida
Fueron muy bien recibidos en los tres caserones y sus administradores se mostraron asombrados aduciendo que desconocían los detalles del hecho.
-Que barbaridad! Decían
¡Y no sabíamos nada!
¿-¿Cuándo fue?-¿Saben el por que?-
Después, poco a poco, las investigaciones se fueron concentrando alrededor de una veintena de hombres que perteneciendo a las tres estancias, estaban molestando seriamente y agrediendo a los pobladores, especialmente a los de Leleque. Pero era evidente que ellos no trabajaban solos.
A uno de ellos se le escapó, en rueda de amigos, que el patrón había recibido la visita de unas personas, en número de tres, que habían llegado de Buenos Aires y que se fueron de vuelta a sus pagos en una elegante camioneta. Enrique puso atención a este dato y se lo comunicó al superior de la Federal que había quedado en la Capital al mando de las investigaciones.
Sin embargo las intenciones del comisario Ventura eran muy diferentes a las del comisario del pueblo. Ya había sido enterado del caso y la corrupción imperante había hecho presa de sus intenciones, previo un suculento soborno, se había desentendido del caso del secuestro.
Mientras tanto en la estancia de don Pepe, en donde conservaban las tradiciones, se formó entre los peones un “guillatún” rito en donde se dirigen plegarias al señor de los indios “nguenechen”para pedir esta vez, por la aparición con vida, de su patrón.
La ceremonia se llevó a cabo con la intervención fundamental de la “machis”de la tribu que son las médicas o hechiceras, personaje desempeñado la mayor parte por mujeres o bien hombres vestidos de mujer. El tambor mágico de las machis araucanas, sonaba lánguido y lleva dibujado los signos de las cuatro partes del mundo, los dibujos eran hechos con sangre de animales y la ceremonia se efectuó en un pequeño valle o mallín aledaño al caserío de la peonada. Como una deferencia especial, Enrique era el invitado de honor y único extraño en la ceremonia.
Enrique, el Dr. Anchili y los peones, a partir del día siguiente, estaban todos abocados a la recolección de datos y poco a poco se fueron acercando a la verdad.
Rume era el vocero del grupo.
Sabían que en horas del atardecer, cuando los trabajadores se retiraron a cenar y descansar, la extraña camioneta estuvo en la estancia y unas dos horas después partió con rumbo sudeste a toda velocidad. Lo que no habían imaginado era que dentro del vehículo llevaban a su considerado patrón.
Continuando con el sondeo se enteran de que el estanciero había sido secuestrado, y no se pedía rescate por su aparición, cosa muy extraña, y sí se exigía, un cambio de su actitud proteccionista de los indígenas. Ahora la inquietud se apoderó de Enrique, mientras se preguntaba
-¿cómo se desarrolló ese secuestro?-¿quiénes intervinieron?
-¿quién era el cabecilla, que desarrolló la idea y de dónde?-
-¿era su tío capaz de cambiar de actitud?
Así pasaron las horas.............
Hacia varios días que Enrique y Noelia no podían tener una charla a solas, ya que el ajetreo era incesante y la noche los encontraba agotados, cenaban casi en silencio y se retiraban a dormir, sin embargo la necesidad de sincerarse se apoderó de su hermana y Enrique decidió que ese día, aprovechando que era domingo, los dos se unirían en una jugosa charla. Una gran alegría iluminó la cara de Noelia al saber la decisión de Enrique. Debía descargar la angustia que pesaba sobre su conciencia.
En medio de rodeos Noelia le cuenta a su hermano las sospechas que tiene sobre algunas actividades y malas juntas de Martín, su esposo. Su desmedido amor por el dinero lo había llevado por caminos equivocados y ella sospechaba de sus amistades ocultas.
Sabía que Martín estaba en algo oscuro ya que pudo escuchar, sin ser vista, en una reunión en el departamento de Capital una serie de comentarios sobre la región en la cual hoy se encontraban y una charla telefónica con alguien que proponía un negocio, aunque nunca sospechó que se tratara del secuestro de su tío Pepe.
-Mira Enrique, hace unos meses atrás mi marido viajó con dos amigos hasta la estancia y trajo saludos para mí, de parte de tío Pepe
-Dijo que el viaje era por trabajos inmobiliarios, en los que estaba prendido con un amigo.
-¿Crees que esto tenga algo que ver? Pregunto Noelia >preocupada
-Es algo llamativo –dijo Enrique
Ante estas evidencias Enrique confirmaba sus primeras sospechas sobre su cuñado. Rápidamente telefoneó al contacto de la Policía Federal.
¡ Cuál seria su sorpresa al serle negada toda colaboración!
Le contestaron con evasivas, diciendo que Ventura había sido trasladado y nadie sabía nada, dando a entender que por ese camino no iba a hallar ningún dato.
- Seguro que hubo coimas-, pensó Enrique, cosa que estaba muy de onda en esos momentos, y decidido se fue al pueblo a charlar seriamente con el comisario del lugar, el cual si estaba de su lado en forma incondicional.
El comisario del pueblo pone a disposición de Enrique el escaso personal con que contaba pero que eran por demás eficientes en su labor.
Lentamente se iría desentrañando la madeja de sucesos alrededor del secuestro.
Una pista la dejó la camioneta utilizada, la que fuera hallada en la estancia “Las Lichondras” toda embarrada y escondida en un galpón detrás de un pajar.
El dueño de la estancia dio muchos rodeos hasta que confesó que la había dejado un sobrino de Bs. As. quien había venido con dos amigos, pero que no sabía el motivo. Ante un serio apriete por parte del abogado, indicó que los pasajeros del rodado estaban parando en la otra estancia ”Rehuen” y allí fueron los hombres que unidos a Enrique seguían la investigación.
En tal ocasión se entreveían movimientos sigilosos mientras el dueño contestaba las preguntas del comisario y el sobrino De repente se sintió el trote de un caballo partiendo a toda velocidad...
Los miembros del grupo salieron tras el jinete y le dieron alcance, trayéndolo amarrado, nuevamente a la estancia.
El hombre declaró - Iba a avisar a “los porteños” que ya estaban tras el rastro de ellos y del patrón de la estancia don Pepe.- dijo muy asustado.
Al trasladarse a la otra estancia, dieron un rodeo guiados por Rume y cual sería la sorpresa a la que descubrir, con alegría, que tenían secuestrado al tío Pepe en un hangar en desuso en los límites del campo de “ Rincón de Ocoa”.
Estaba algo golpeado pero en buen estado de salud.
Los otros dos secuestradores estaban escondidos en un establo
Ante el desarrollo de los hechos se descubre que Martín, su cuñado era uno de los desconocidos de BS AS que participó en el secuestro junto a un empleado de una inmobiliaria porteña, y que había salido rápidamente para Buenos Aires
La idea era de hacer desaparecer al hacendado, para posteriormente declararlo incapaz y tomar dominio sobre los campos del tío de su mujer, haciendo arreglos con los terratenientes vecinos, y completar estos sus tierras hasta el pie de las montañas, sin importarles la legitimidad de los reclamos de sus primeros poseedores.
Para ello contaban además con el acuerdo en Bs. As del comisario de la Federal a quien había visto Enrique al comienzo de la investigación, y que había prometido hacer la vista gorda ante el asunto.
Momentos después el Dr. Anchilli se encargaría de aprehender a los secuestradores y reiterar el pedido de captura al cómplice de Bs. As. el esposo de Noelia.
Mientras tanto ya en la estancia, el tío Pepe se abrazó a sus sobrinos Enrique y Noelia y decidido le solicita a Enrique que dentro de lo posible le ayude en las próximas decisiones a tomar sobre el territorio y siempre orientados por el Dr. Anchilli pondrían en orden la papelería correspondiente. Además Don Pepe los declaraba herederos por partes iguales de sus bienes..
En la estancia “Leleque” se festejó de buena forma la vuelta del patrón y la decisión de permanencia esporádica del “patroncito” Enrique, el cual con sus rápidas decisiones había dado un buen fin al asunto y demostrado su cariño y lealtad a Don Pepe.